No sólo el cigarrillo produce cáncer.
Países como Inglaterra, Francia y Suecia están retirando los aparatos wi-fi de de escuelas, museos, bibliotecas y todo lugar público. La tecnología
inalámbrica no está revisada por sanidad ni por ningún organismo que nos
pueda decir qué potencia emite y cómo se controla esa emisión. La Organización Mundial de la Salud ha clasificado este tipo de radiaciones como posiblemente cancerígenas. Si sumamos la cantidad de dispositivos de esta naturaleza conectados en los edificios donde vivimos, estamos atravesados por estas radiaciones masivas y nuestro riesgo de enfermedades es aún mayor. Vivimos en una telaraña de señales electromagnéticas.
Ha habido casos de leucemia infantil en zonas donde la radiación electromagnética prolifera, como edificios cuyas azoteas están plagadas de antenas de telefonía.
Se están investigando tecnologías alternativas a la telefonía móvil sin
microondas en países como Japón y EE.UU. Hay que utilizar el móvil con
cautela, con el altavoz o con aparatitos que evitan las radiaciones,
porque si se coloca en los oídos, el cerebro actúa como antena.
El Consejo de Europa estudia prohibir móviles y wi-fi en los colegios.
El organismo europeo asegura que "hay suficientes pruebas de los efectos
potencialmente nocivos de los campos electromagnéticos sobre la fauna,
la flora y la salud humana". Por este motivo, el Consejo de Europa
considera necesario "reaccionar y protegerse contra los riesgos
ambientales y de salud potencialmente graves".
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